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Argentina. Las pulsiones y pasiones de un país en tensión

 



Quizás Massa apueste a un sisma interno en JxC que lleve al radicalismo, la Coalición Cívica e incluso sectores del ‘larretismo’ (si es que eso existe) para su armado político. La idea de dejar a Macri, Bullrich y sus halcones aislados con Milei, suena tentadora. Pero hay un dato más profundo de estas elecciones que Massa no puede olvidar: todo el peronismo unido y con su enorme aparato movilizado no llegó ni al 40% del electorado. Eso muestra que el desgaste que tienen en el pueblo es muy grande. Los fracasos de los últimos gobiernos pesan mucho en el humor social y esa puede ser la llave que intente revitalizar Milei para volver a una posición triunfal. Hay una crisis social y política aguda y ninguna de las dos ofertas (ni la tercera que quedó afuera) están proponiendo un modelo de país que saque a nuestra clase de estas condiciones de vida precarias y violentas. Hay vida más allá de estas vueltas electorales y se avizora muy oscura. Será tarea de nuestro pueblo organizado luchar para que la tortilla se dé vuelta.

Dos aclaraciones necesarias: por un lado, lea usted esta nota y cualquiera que se vaya a escribir y/o cualquier columna política que salga en los medios con sumo cuidado, quienes arriesgamos análisis en este país tenemos una seria tendencia a pifiarla en la mayoría de los pronósticos. Por otro lado, este cronista considera un hecho social y político muy importante a las elecciones, pero por su formación política no considera que votar cada dos años sea algo de vida o muerte, ni tampoco cree que hacer política se reduzca a participar de los procesos electorales.

Dicho esto quiero enunciar la hipótesis política que vengo a proponer (a sabiendas que puedo estar muy alejado de la realidad):

  • El ballotage se define por las pulsiones internas y colectivas que tengan los votantes de JxC: si gana su pulsión “gorila” o antiperonista y se vuelcan a Milei; o bien si gana la pulsión “anti salto al vacío” y elijen a Massa.
  • Si bien la hipótesis toma un riesgo o una simplificación, ya que coloca solamente al 23% de votos de JxC en la centralidad y pareciera negar el rol que vayan a tener los casi 10% de Schiaretti y Bregman, e incluso supone obviar lo que puedan hacer quienes no votaron o votaron en blanco; es necesario hacer una salvedad: todos esos votos también jugarán un rol en el humor social previo y en la elección final del 19 de noviembre. No quiero ignorarlos ni menospreciar ese caudal de votos, solamente que para el fin de sintetizar la hipótesis he preferido centrarme en el núcleo de votos del tercio que quedó afuera del ballotage.

    ¿Qué hará ese 23% en la segunda vuelta? Es imposible saberlo. Vuelvo a escribirlo para que tomemos con pinza este y cualquier análisis que pretenda revelar alguna verdad absoluta: es imposible predecir ese comportamiento.

    Venimos de dos batacazos en dos elecciones seguidas que tuvieron apenas 60 días de diferencia, en las PASO arrasó Milei y pareció iniciar un huracán imparable. A sólo dos meses, Massa dio vuelta la taba y logró que el peronismo ordenado detrás de su figura, gane en casi todas las provincias y deje afuera de combate a todo Juntos por el Cambio y muy golpeado a los libertarios fachistoides de La Libertad Avanza. Por eso pensar que en menos de un mes haya un resultado inesperado es algo altamente posible.

    Yendo a las pulsiones hay algo de los discursos que anoche enunciaron los dos candidatos que muestra que van a luchar por eso. Massa reforzó (y uno puede suponer que lo era cada vez más) su camino hacia el consenso (por arriba obvio) y el llamado de un “gobierno de unidad nacional”. Qué alcance y significados tiene eso, solo podremos saberlo si se concreta. El último ejemplo a mano fue el gobierno de unidad entre Duhalde y Alfonsín en 2002, que dejó ajustes y sangre en nuestro pueblo. Pero en este mes que queda no hay dudad que Massa sólo puede aspirar a ganar si logra esa alquimia casi inexplicable de desentenderse del actual gobierno en donde él es el virtual presidente hace un año y el ministro de economía que galopa un ajuste y una inflación insoportable; al mismo tiempo que se muestra dialoguista y cercano con la UCR, el peronismo cordobés e incluso sectores del PRO y la izquierda. Todo sin dejar de intentar convencer a una parte enorme del electorado que él no es una continuidad del modelo kirchnerista. Un rompecabezas a priori imposible, pero teniendo en cuenta que se nos quemaron todos los libros ayer cuando ganó la primera vuelta el ministro de economía del 12% de inflación mensual, este cronista dejaría la puerta abierta a la capacidad de Massa de fumar abajo del agua.

    Milei, visiblemente golpeado en su ego y su arrogancia por su desempeño, salió a dar un discurso que se pareció más a los que Durán Barba y Marcos Peña le escribían a Macri en 2015 que a la catarata de incoherencias, datos errados y descalificaciones violentas que venía mostrando el admirador de Cavallo y Menem en sus últimas semanas de campaña. No hay dudas que Milei y su equipo leyeron el camino que les queda para ganar el ballotage: salir a negociar con todo Juntos por el Cambio y lograr el mayor apoyo posible. Si uno se guía por el discurso de anoche de Milei pareciera que los viejos meados ya no huelen mal y que los “Juntos por el Cargo” se volvieron anticasta de golpe.

  • Así expuestas las estrategias de ambos equipos de campaña quedará por ver cuánto resultado les da. Me animo a suponer que ese 23% de votantes no es un bloque uniforme que irá completo hacia un candidato. Recordemos que son la representación de una coalición política que gobernó el país, la capital federal y la provincia de Buenos Aires hace 4 años y que en los últimos dos años dilapidó todo su caudal político nacional. Es decir son la expresión de un espacio que no estamos en condiciones de afirmar que seguirá unido de acá al 19 de noviembre. Por eso, la hipótesis política elegida es darle centralidad a cuál de las dos pulsiones de ese electorado se impondrá en las conciencias individuales y en el pensar colectivo de acá a la segunda vuelta.

    ¿Primará en ese tercer tercio su desprecio absoluto por el peronismo? ¿Será su “gen gorila” el que haga rechazar votar a Massa aunque enfrente esté Milei, Trump o Bin Laden?

    ¿O triunfará el temor a darle el gobierno del país a un ultraliberal que les dijo de todo en la campaña, que no muestra ni una pizca de estabilidad emocional, que no conoce ni un dato de la realidad concreta del pueblo argentino y qué encima está rodeado de energúmenos que proponen vender hijos, órganos, o dejar pedófilos al mando de escuelas?

    Quizás Massa apueste a un sisma interno en JxC que lleve al radicalismo, la Coalición Cívica e incluso sectores del “larretismo” (si es que eso existe) para su armado político. La idea de dejar a Macri, Bullrich y sus halcones aislados con Milei, suena tentadora.

    Pero hay un dato más profundo de estas elecciones que Massa no puede olvidar: todo el peronismo unido y con su enorme aparato movilizado no llegó ni al 40% del electorado. Eso muestra que el desgaste que tienen en el pueblo es muy grande. Los fracasos de los últimos gobiernos pesan mucho en el humor social y esa puede ser la llave que intente revitalizar Milei para volver a una posición triunfal.

    Como reflexión final dejo quizás algo que nos deba ocupar en serio a la clase trabajadora y a todos los espacios y organizaciones que habitamos en ella: hay una crisis social y política aguda y ninguna de las dos ofertas (ni la tercera que quedó afuera) están proponiendo un modelo de país que saque a nuestra clase de estas condiciones de vida precarias y violentas. Hay vida más allá de estas vueltas electorales y se avizora muy oscura. Será tarea de nuestro pueblo organizado luchar para que la tortilla se de vuelta.

    Fuente: Contrahegemonía/Tramas