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Los nazis en A Graña, Ferrol: bailes en el Casino, espías y romances

 

    

         

Las investigaciones del historiador Bernardo Máiz indagan en la presencia alemana en Ferrol durante la II Guerra Mundial

01 sep 2023 . Actualizado a las 10:57 h.

Manadas de lobos. Así llamaban a los temibles submarinos nazis creados por el almirante Dönitz, que sembraban el terror por el Atlántico. Y en la supuestamente neutral España de Franco, también utilizaron sus infraestructuras sobre todo en Galicia: se surtían de combustible en bases navales como la de A Graña en Ferrol, donde algunos miembros de la tripulación incluso pasaron gran parte de esa II Guerra Mundial. Las investigaciones del historiador Bernardo Máiz Vázquez indagan en la presencia alemana en la ciudad durante la contienda. Y reflejan hasta qué punto aquellos marineros se integraron en la sociedad ferrolana: desde oficiales en los bailes del Casino, hasta romances con las vecinas mientras pululaban los espías.

En la ría de Ferrol entraron unos once submarinos alemanes a repostar, reparar y descansar. Y también permanecía atracado desde el 27 de agosto de 1939 el Max Albrecht, un petrolero germano que reabastecía a los submarinos. En el artículo U-bootmasch und Matrosen na Graña e dous que ficaron, Máiz habla de aquellos tripulantes que pasaron una larguísima temporada en la zona. Tenían entre 17 y 26 años. «Na Graña, Brión, Monte Curuto, A Cabana, Doniños, Serantes, Mugardos e Ferrol Vello lembran as súas toleradas escapadas ao cine, bares e salóns de baile nos invernos, e ás verbenas no verán, paseos en bote pola ría, competicións deportivas entre as dotacións xermanas e tamén cos veciños», indican las investigaciones del ferrolano Máiz.


El ocio de los alemanes en la base naval de A Graña, en verano de 1944
El ocio de los alemanes en la base naval de A Graña, en verano de 1944 Archivo de Bernardo Máiz

A Graña también se usaba como «campo de internamiento». Otro artículo de Máiz se titula precisamente Mariños alemáns internados na base naval da Graña (1943-1945). A partir de documentos de la Biblioteca del Museo Naval de Ferrol, relata las peripecias de los marinos que durante casi dos años permanecieron internos allí mismo. Por ejemplo, la tripulación del U-966 cuando navegaba el 9 de noviembre de 1943 en dirección a Estaca de Bares fue atacada por tres aviones aliados y el día 10 por otros dos. Tras múltiples ataques, 42 supervivientes alemanes acabaron en A Graña.

El equipo alemán de fútbol en A Graña, en 1944
El equipo alemán de fútbol en A Graña, en 1944 Archivo Bernardo Máiz

Según explica Bernardo Máiz, «os mariños pasaron un longo ano e medio na Graña, onde se velaba pola ortodoxia nacionalsocialista dos internados». Recibían «información teórica e política, instrución militar sen armas, practicaban ximnasia, e xogaban partidos de fútbol». El Fin de Año de 1943 «foi celebrado polos internados cunha cea extraordinaria e o Nadal de 1944 cunha Weihnacht (Noche Consagrada) ou función para convidados españois», cuenta el historiador. Máiz también narra que estos jóvenes «de paisano visitaban bares portuarios e determinados locais do barrio alegre de Ferrol na compaña de tripulantes do Max Albrecht, regresando de madrugada ao internado en travesías contratadas coa empresa de lanchas de pasaxe da Graña».

La revista 'Festxeitung', editada en A Graña por los tripulantes del U-966
La revista 'Festxeitung', editada en A Graña por los tripulantes del U-966 Archivo de Bernardo Máiz

También a la base de A Graña fueron trasladados 39 tripulantes del U-760 retenido en Vigo. Mientras tanto llegaban quejas de la embajada británica por la presencia de oficiales de los submarinos en las recepciones de Capitanía y en los bailes del Casino. Muchos se enamoraron. Y alguno se quedó aquí, cuando finalizada la guerra los aliados instaron a Franco a entregar buques y tripulantes. El mecánico electricista del Max Albrecht, Herbert Reimann-Haefke, se había casado en 1941 con Luisa Gallego de A Cabana. Tenían ya dos hijos en 1945, cuando Herbert fue «autorizado» para quedarse en España con su familia. En Ferrol formarían una familia numerosa.

El espía alemán Alexander Brendel, que residía en Ferrol
El espía alemán Alexander Brendel, que residía en Ferrol Archivo de Bernardo Máiz

Alexander Brendel o el principal agente del III Reich con empleo en el Arsenal Militar

Entre los espías que pululaban por esos años en un Ferrol casi convertido en Casablanca, tanto nazis como aliados, destaca el alemán Alexander Brendel. Cuenta Bernardo Máiz que Alexander Kurt Brendel-Huln ejercía como agente de la Abwehr (organización de inteligencia militar alemana) y de la EttapeSpanien (organismo dentro de la Marina de Guerra alemana para la zona). Era miembro del NSDAP (Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán), tenía doble nacionalidad alemana y española, y trabajaba como técnico superior en el Arsenal Militar.

Alexander Brendel se encargaba, según explica Máiz, de «recibir fondos remitidos dende a embaixada alemá co duplo fin de abonar parte dos seus salarios aos mariños internados na Graña e entregar cantidades ao sobrecargo do Max Albrecht para nóminas ou subministros». El espionaje británico lo tenía en el punto de mira al considerar «excesivas» dichas cantidades para la dotación. Vivía en la calle Real y contaba con el apoyo de destacados miembros de la Falange en Ferrol y A Coruña. 

El alemán Herbert se casó con la fenesa Lucha, en la foto aparecen con Jerbito, Nena y Max Alex, en A Cabana en 1948
El alemán Herbert se casó con la fenesa Lucha, en la foto aparecen con Jerbito, Nena y Max Alex, en A Cabana en 1948 Archivo Bernardo Máiz

 Una vida diferente tuvo el anteriormente citado Herbert Reimann-Haefke, que acabó dirigiendo los molinos de As Aceas (Narón) en 1955, según la investigación de Máiz. El mismo día en el que sus compatriotas eran repatriados, el 21 de julio de 1945, él se quedó con su mujer Luisa y sus hijos Max Alex y María Luisa. Primero fue contratado para llevar la explotación agropecuaria del Priorato de A Cabana, propiedad de Torres y Piñón. Allí Herbert crió un toro y un caballo semental, vacas y gallinas. En 1947 tuvo su tercer hijo con Luisa (Lucha), Herbert al que llamaban Jerbito. Como no le mejoraron las condiciones económicas, en 1953 se trasladó con su familia al centro de Ferrol donde se dedicó a construir y reparar receptores de radio o tocadiscos. En 1955 ya tenía cinco hijos, tras el nacimiento de Mercedes y Francisco Javier, y fue llamado a dirigir los molinos de As Aceas donde instaló una granja de gallinas. Más tarde murió su hijo Max Alex, y también nacieron Elisabeth y María Teresa. 

En el verano de 1964 y tras sufrir una profunda crisis mental, toda la familia marchó a Kiel (Alemania) donde Herbert con 49 años fue contratado de nuevo en el astillero donde inició su vida laboral.