Por Maité Campillo, Resumen Latinoamericano, 9 de septiembre de 2023.
foto: Manuel Gerena
Nuestras vidas no les pertenecen ni su ideario ni sus intereses, no te enredes en las ramas, agárrate al tronco no sueltes el timón: el Cuarto Reich no es la solución
No me pregunten quien soy
y si me habían conocido
los sueños que había querido
crecerán aunque no estoy
ya no vivo pero voy
en lo que andaba soñando
y otros que siguen peleando
harán nacer otras rosas
en el nombre de esas cosas
todos me estarán nombrando.
[‘Milonga del fusilado’ del periodista uruguayo
Carlos Mª Gutiérrez]
LA MEMORIA: portavoz de la historia
¡Ay! (Las lindes del olivá / anchas pa’ los don mucho / estrechas pa’ los don ná). Escribe Enrique Mariño: <>.
La memoria llega como un oleaje sacudiendo mis sentidos sumiendo en el día el amanecer, es mi causa un ideal innata agarrada a la piel que me ofreció el marco de llegada a este mundo, el imposible va más allá, siempre más allá de los que presentándose en aparente compromiso, posible, nos desvíen. Dicen que el carácter es como un destino que nos acompaña toda la vida, se muestra en nuestras aversiones, antipatías, gustos y preferencias, es la forma de sentir y pensar forjando nuestro perfil en la defensa ideológica como en las actitudes, inclinaciones y conductas, pero sobre todo el carácter lo manifestamos en dichas pasiones, que una y otros acreditan inconfundible donde la copia ajena huelga. La memoria arropa refleja los ideales da significado a la vida, pasa por la creatividad de no dilatar más el tiempo en la nada y empujar pa`lante la historia, hacia la cima idílica donde otro mundo es posible sin perder la vida entre lo superfluo que acosa e impone. Educada en los retos que elevan un origen en familia, defino nuestra clase, siempre seguirá habiendo gentes en ella que creen en lo imposible. Por ello es que me sigo encontrando a mi misma, reconociendo las diferencias y distancias, dando valor a las salidas, a las irrupciones, ningún cambio que no confirme la regla allí donde me encuentro lo que en toma de conciencia conlleva la llegada al punto de partida: observar, retener e interpretar el caminar sobre el mundo que rodea mi vida. Valoro mi adelante en ella contra el sentimiento de extranjería e impotencia, empeño donde el conocimiento forja la conciencia y en cada paso cobra sentido la responsabilidad invertida, y la entereza como la destreza se acalora, vibra y se encabrita (equilibra) contra lo superficial dando por bueno lo impersonal lo mediático del estar ‘porque hay que estar’ y seguir lo que en boga la corriente lleva al desconociendo absoluto de la sustancia real transformadora de los sin tierra –errantes por la trampa de la gran ciudad cerrada en estamentos de escalofrío– clamando justicia que en siglos nos niegan.
No es fácil formar parte del mismo fuego de los que no sufren en sus venas la inconsciencia, del inconsciente, y hasta de la consciente que no quiere distinguir jugando a lo sordo y se ciega e impone igualar a los unos con los otros, sobre la atrocidad, sin saber ni importarle ni conocer ni sentir la altura de nuestras huellas, ni combatir por los mismos derechos hasta atreverse aconsejar como ayudarnos a reconducir nuestro ‘fracaso’ ortodoxo por sectario: tal son los esfuerzos prestados incrustando la bajada de principios por doquier ¡Ay! (Triana, Triana / que bonita está Triana / cuando le ponen al puente / banderas republicanas). Viene a cuento la entradilla al son de los vientos del sur del cante obrero, en recuerdo a la figura de un joven de origen y sentimiento muy rondeño, y Ronda (dicen) que se olvidó de él. El tiempo el implacable, vence tinieblas y sentimientos, impulsos y nostalgias, pasa sin mirar atrás.
El mío no es sino una pausa un atrevimiento un desafío un acto de aprecio contra el sedentarismo silencioso presto al olvido. Recordar a Luis Marín es recordar la miseria, que por igual implacable, sigue cambiando las formas en estocada inalterable, siempre alerta ni tan lejos ni tan cerca al acecho entre las sombras, generando nuevos suburbios como telón de fondo sobre las ciudades de la trampa y sus patrimonios en especulación permanente. Del malagueño es la Cantata de Andalucía y Nuestra Palabra (El anarquismo Andaluz) como cantautor del flamenco revolucionario, que a igual que ‘El Cabrero’, Manuel Gerena, José Menese, Enrique Morente, Juan Pinilla y más decenas esparcidas por su tierra, fueron, aún son llave y testigo dando rienda suelta al compromiso político forjado en otro implacable: el de la dignidad, con toda su cultura y toda su voluntad revolucionaria más fuerte que lo imposible, escudo de identidad del reivindicando al son de un futuro más allá del ‘General’ y la transición que le revindicó, conscientes, de que nada cambia si no lo haces cambiar. El rondeño (desde Vallecas) ofreció múltiples recitales en barriadas obreras y a estudiantes pues de tanto ir a cantar a la universidad dicen que se puso a estudiar, y sobre todo siguió cantando, trabajando y pensando en sus composiciones literarias.
Perteneció a la vanguardia del flamenco crítico reivindicativo durante los años de esterilidad y privación donde todos los sueños de vida están prohibidos. Dos discos le dio tiempo a grabar, hasta que le arrebataron la vida, que no deberían perderse en el olvido, crónicas cantadas impregnadas de historia que forman parte de su huella: muere joven, asesinado por militares en el paseo de Calvo Sotelo, cuando regresaba de visitar una exposición de Joan Miró.
Se mantiene la palabra vigilada, la esperanza incierta, la libertad sumida en un letargo, sigo reivindicando perfumando los días en el intento de forzar las cerraduras de los que engrillan la libertad, ejemplo de la resistencia del abrir caminos al andar prestos a limpiar el poder de corrupción y corruptos que anidan hoy al respaldo de la Comunidad Europea, látigo impostor hiriendo todo un continente en la falsa identificación mediática, apostando por un poder bélico ajustando la especulación y las guerras a los talones al amparo inducido del yanqui imperialismo. Siguen imponiendo el antagonismo, como en era de Luis Marín, emigrante como miles de andaluces que como bandadas de pájaros amenazados por la sequía y el hambre buscan desesperados fuera de sus tierras en manos de caciques desquebrajando su cultura y sus familias en busca de un camino una salida que llega al Madrid de las chabolas, donde un 20 de junio de 1978, cumplidos los 30 años lejos de su tierra porque ni todo es España, ni toda tu tierra ni tu gente ni tu cultura ni son las mismas inquietudes ni inspiración ni sosiego: Luis Marín es asesinado, atropellado por un coche a velocidad puntual coordinada y precisa en el que viajaba la indumentaria militar. Había nacido en Ronda en 1948 poco duró sobre el camino de la búsqueda como emigrante en el barrio de Vallecas, hecho a las faenas del campo empieza en la construcción compatibilizando jornadas a la descarga de mercancías apurando los ratos libres cantando sus ducas. Pocos días antes de ser asesinado había sido entrevistado por la revista Triunfo: <>.
En el mismo sentido sin cortar el hilo conductor del renacer de jóvenes impregnados de cultura propia y compromiso el cantante flamenco Juan Pinilla (cantaor y periodista), invita en sus reflexiones escritas a un paseo literario que considera necesario, dentro de la historia comprometida de artistas flamencos que han seguido durante una parte de su vida la senda de la reivindicación social o directamente han estado comprometidos con la República y su Revolución cultural en una escala superior que les ennoblece.
Representan la memoria cantada de los últimos años del dictador, transición y preautonomía analizando la influencia de la canción de autor andaluza en período de explosión reivindicativa: la falta de trabajo, la explotación rural, la emigración, el problema de la propiedad de la tierra, el latifundismo, el analfabetismo y el acceso a la cultura por parte de las clases populares serán cuestiones recogidas por dichos trovadores en respuesta colectiva: la reivindicación de una autonomía política para el territorio andaluz y el canto a esa Andalucía futura, donde la rebeldía y el flamenco, no siempre han ido de la mano.
Según el talentoso cantaor Juan Pinilla: ”obviar en la historia del flamenco la importancia del pensamiento crítico y la acción política es eliminar de un plumazo lo que siempre se quiere quitar de la historia el compromiso del arte por cambiar el mundo”. Tanto el cantaor y periodista citado como Luis Marín, en su memoria, me llevan a la pregunta del: cómo afrontar el paso del tiempo dentro de un paisaje tan contrastado tan carente en lo político y tan fuerte en lo bélico tan inmutable tan quien sabe…
Me duele las canciones heridas muere la poesía y otros eslabones se imponen como un misil dirigido. Hay palabras que pareciera que nacen muertas se autoreprimen conscientes así mismas. Hay vida que desde que naces no tienes derecho a sentirla ni derecho a decir lo que piensas ni lo que ves, así se desquebrajen los muros de la casa de tus padres, dejando al desnudo las heridas del adobe sangrando el dolor de los que fueron suyos. La cuna de los sueños imposibles filtra la voz de una reforma agraria su <> la que el poder de hoy como el cacique de ayer prostituye como una necesidad insoslayable atentar contra lo más indefenso de la sociedad. Y la voz de los gobiernos continuistas de las falsas democracias se convierten en agua de borrajas. Se trata de repostar a la sombra de su paz cotizada en banca, coge impulso y salta a las calles sin importarle el golpe a dar, en breves días determinará el calibre de su estado de bienestar, su estatus social, su liderazgo mediático como portavoz de reserva blandiendo el miedo, el voto útil, arma poderosa lanzada como ventosa en grandes dosis de impotencia, desfigura tu acontecer en la vida y el arte que de ti brota, trastoca tu identidad, la descompone débil e insegura, anula tu personalidad convirtiéndote en masa dando paso ante tus ojos el mundo que te aplasta: el poder absoluto. Se eterniza como evolución política intercambiando rondas sobornables a forma de galería de charlatanes: las democracias. Donde los imposibles sigue sumando impotencia entre más rondas de gobiernos portadores de sus demencias y catástrofes eternizando su dominio: poder absoluto intocable. No apuesto por un suicidio colectivo hago que el desafío tome cuerpo: la insumisión política es un derecho. Nuestras vidas no les pertenecen ni su ideario ni sus intereses, no te enredes en las ramas, agárrate al tronco no sueltes el timón: el Cuarto Reich no es la solución.