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Cuba. Fidel Castro denuncia el golpe de Estado en Chile

 


Por Yuria Fernández. Resumen Latinoamericano, 11 de septiembre de 2023.

Fragmento del discurso de Fidel el 28 de septiembre de 1973, en el que denuncia el golpe de Estado que los Estados Unidos, en complicidad con la derecha fascista de Chile, ejecutaron contra el gobierno del Presidente Salvador Allende el 11 de septiembre de ese año.

Luego de haber asistido a la toma de posesión de Rómulo Betancourt como nuevo Presidente de Venezuela, el médico y político chileno de izquierda revisó sus bolsillos y hallando que le quedaban “unos dólares de más” -así lo relataría él mismo al periodista Régis Debray- decidió viajar a Cuba para vivir la experiencia del poder en manos del pueblo que promulgaba la naciente Revolución cubana.

Apenas 12 días después de la entrada de la Caravana de la Libertad a La Habana, el doctor Salvador Allende arribó a la Isla. Llegó en una jornada muy particular que le hizo pensar que no existía tal cambio revolucionario en la Mayor de las Antillas.

“Estaba en el hotel y esa tarde hubo un desfile que para mí no sólo fue impactante, sino sencillamente fue una cosa increíble. Ese desfile estaba encabezado por 200 policías de Miami e iba en auto abierto el alcalde de Miami y, me parece, el alcalde de La Habana. Entonces yo, al día siguiente, pensé tomar el avión y regresar a Chile, cuando me encontré con Carlos Rafael Rodríguez, a quien había conocido en Chile”.

-“¿Qué estás haciendo acá?”, le preguntó el intelectual cubano.

-“Vine a ver esta revolución, pero como no hay tal revolución, me voy. ¿Qué revolución va a ser ésta cuando están los policías de Miami?”, respondió Allende.

-“Cometes un error, Salvador, quédate aquí, conversa con los dirigentes”, le exhortó Carlos Rafael.

-“No, no, me voy”, fue la respuesta del chileno.

Pero el diplomático le insistió tanto, y como Allende conocía bien la calidad humana y revolucionaria de quien lo animaba a no desistir, el de la nación austral aceptó con una condición: “Conforme, pero ponme en contacto con los dirigentes”.

La respuesta no se hizo esperar. Ya en la tarde el diputado chileno recibía una llamada: “El comandante Guevara le va a mandar su automóvil y lo espera en el Cuartel de la Cabaña”.

“Ahí llegué yo y ahí estaba el Che. Estaba tendido en un catre de campaña, en una pieza enorme, donde me recuerdo había un catre de bronce, pero el Che estaba tendido en el catre de campaña. Solamente con los pantalones y el dorso descubierto, y en ese momento tenía un fuerte ataque de asma. Estaba con el inhalador y yo esperé que se le pasara, me senté en la cama, en la otra, entonces le dije: ‘Comandante’, pero me dijo: ‘Mire, Allende, yo sé perfectamente bien quién es usted. Yo le oí, en la campaña presidencial del ’52, dos discursos: uno muy bueno y uno muy malo. Así es que conversemos con confianza, porque yo tengo una opinión clara de quién es usted’.

“Después me di cuenta de la calidad intelectual, el sentido humano, la visión continental que tenía el Che y la concepción realista de la lucha de los pueblos, y él me conectó con Raúl Castro y después, inmediatamente, fui a ver a Fidel. Recuerdo como si fuera hoy día: estaba en un consejo de gabinete. Me hizo entrar y yo presencié parte de la reunión. Hubo una cena y después salimos a conversar con Fidel a un salón. Había guajiros jugando ajedrez y cartas, tendidos en el suelo, con metralletas y de todo. Ahí, en un pequeño rincón libre, nos quedamos largo rato. Ahí me di cuenta de lo que era, ahí tuve la concepción de lo que era Fidel”.

La simpatía de Salvador Allende con el proceso cubano y sus principales líderes sería tal que desde entonces, prácticamente todos los años, hasta 1968, concurriría a Cuba para estar junto a su pueblo. Así lo expresó en diciembre de 1972, en la Plaza de la Revolución José Martí, de La Habana. Ocasión en que develaría con absoluta nitidez su apreciación sobre el Comandante en Jefe.

“Aquí en Cuba, apareció el hombre, síntesis del pueblo: Fidel Castro”.

Probablemente el Comandante en Jefe también advirtió, desde un primer momento, en la mirada de Salvador Allende esa bondad y nobleza que acompañan a los seres excepcionales; ese halo virtuoso de guardián de pueblo.

Seguramente lo admiró más cuando supo que en la década del treinta en un país donde la dominación imperialista se ejercía brutalmente sobre sus trabajadores, su cultura y sus riquezas naturales, el de Valparaíso llevó a cabo una lucha consecuente que nunca lo apartó de su intachable conducta revolucionaria; fue fundador del Partido Socialista de Chile; impulsó la creación del Frente Popular donde asumiría la Cartera de Salubridad y priorizaría la atención a la medicina social.

Conocer que Allende había votado en el Senado, en el año 1947, contra la Ley de Defensa Permanente de la Democracia, conocida como “Ley Maldita” por su carácter represivo; que en 1952 había presentado ante los demás senadores un proyecto de ley para la nacionalización del cobre; que había denunciado junto al Che en 1961 el carácter demagógico de la Alianza para el Progreso en la reunión de la OEA, en Punta del Este, despertaron un respeto especial en Fidel hacia ese chileno de izquierda.

De igual manera, su participación al frente de la delegación chilena en la Conferencia Tricontinental de La Habana en 1966; su visita al año siguiente a la Unión Soviética en el 50 Aniversario de la Revolución de Octubre y, en 1968, a la República Democrática de Corea, la República Democrática de Viet Nam, Camboya y Laos, países en plena efervescencia revolucionaria.

Pero tal vez la actitud de Allende que más admiró nuestro líder guarda relación con la caída en combate del Guerrillero Heroico. Pues tras la muerte del Che, él que era entonces presidente del Senado, no solo estuvo con los tres cubanos sobrevivientes de la guerrilla, en Iquique, sino que también los acompañó a Pascua y Tahití. Eso decía mucho del virtuosismo de aquel amigo.

Así que, cuando tiempo después, en enero de 1970, el mandatario cubano conoció que La Unidad Popular, coalición política integrada por comunistas, socialistas, radicales y otros, habían proclamado a Salvador como su candidato a las elecciones de ese año, le mostró total respaldo y acompañamiento.

“Y nuestro Partido, nuestro pueblo —a pesar de que nosotros habíamos hecho la revolución por caminos diferentes [a través de la lucha armada]—, nosotros no vacilamos en un solo instante, porque comprendíamos que en Chile se daba la posibilidad de obtener un triunfo electoral, a pesar de todos los recursos del imperialismo y de las clases dominantes, a pesar de todas las circunstancias adversas. Y no vacilamos en el año 1970 en exponer públicamente nuestra comprensión y nuestro apoyo al esfuerzo que la izquierda chilena realizaba para triunfar en las elecciones de aquel año”, rememoraría años después nuestro Comandante en Jefe.

Cuentan que el 4 de septiembre de 1970, Fidel estuvo en la redacción del diario Ganma esperando las informaciones de los comicios en Chile y tras conocer el triunfo de Allende, pidió destacar en la portada, en el titular, que el triunfo era sobre el imperialismo, a la vez que estampó un saludo y su rúbrica, y luego hizo firmar a todos los que estaban junto a él. Y le envió aquel ejemplar al vencedor y en la madrugada siguiente al día de la elección, le llamó para felicitarlo.

“Guardo esa portada como recuerdo”, diría Allende a Debray en una entrevista que le concediera en 1971.

En su condición de amigo y camarada revolucionario, entre 1971 y 1973, Fidel le escribió seis cartas confidenciales, manuscritas, a Allende.

En la misiva del 21 de mayo de 1971, entre otros asuntos, el líder cubano le decía:

“Estamos maravillados de tu extraordinario esfuerzo y tus energías sin límites para sostener y consolidar el triunfo (…) Desde aquí se puede apreciar que el poder popular gana terreno a pesar de su difícil y compleja misión (…) Han sido fundamentales tu valor y decisión, tu energía mental y física para llevar adelante el proceso revolucionario (…) Seguramente les esperan a ustedes grandes y variadas dificultades a enfrentar en condiciones que no son precisamente ideales, pero una política justa, apoyada en las masas y aplicada con decisión no puede ser vencida”

En la carta del 11 de septiembre de 1971, cuestiones relacionadas con la visita del mandatario cubano a la nación austral, sin embargo, destacan unas líneas cargadas de afecto y camaradería:

“Hemos disfrutado mucho los éxitos extraordinarios de tu viaje a Ecuador, Colombia y Perú. ¿Cuándo tendremos en Cuba la oportunidad de emular con ecuatorianos, colombianos y peruanos en el enorme cariño y el calor con que te recibieron?”