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Chile. “Memoria de un combatiente”, un testimonio de la lucha revolucionaria en primera persona

 



Por Carlos Aznárez, Resumen Latinoamericano, 19 de septiembre de 2023.

Presentación en Santiago, en el marco del 50 aniversario de la caída en combate de Allende y la instauración de la dictadura de Augusto Pinochet.

Luis “Lucho” Vega es un militante chileno proveniente de las luchas frontales contra la dictadura pinochetista,  experiencia de la que se siente orgulloso y que lo ha llevado a escribir un texto autobiográfico titulado “Memoria de un combatiente. Un horizonte de lucha”. Con él nos interiorizamos de se experiencia en los años más duros por los que pasó Chile en las últimas décadas, y de las enseñanzas que ese tránsito difícil ha dejado en el país actual.

-Nos interesa saber cómo enmarcas esta presentación de “Memorias de un combatiente. Por qué el libro ahora, justamente en el 50 aniversario de la caída en combate de Allende y del golpe pinochetista, contra el que luchaste por la vía armada. 

-Primero que nada, saludar a Resumen Latinoamericano por darme una nueva oportunidad de poder expresar la opinión política en relación a los sucesos de Chile y de Latinoamérica, y en esta ocasión, a lo que tiene que ver con “Memorias de un combatiente”. Un libro que se enmarca precisamente en la coyuntura actual, en que se conmemoran los 50 años del golpe militar, del derrocamiento de Salvador Allende, su caída en combate en La Moneda cuando era bombardeada. Este libro se presenta como una memoria enmarcada en la lucha. En un horizonte permanente de lucha contra la opresión y las injusticias. Se contrapone a la memoria oficial, que se ha instalado estos días, acá en Chile, de parte de este gobierno neo liberal, que es la memoria de la victimización de los que luchamos. Esta memoria que pretende colocarnos en forma individual a cada uno de los que participamos combatiendo a la dictadura, y ponernos como víctimas. Despojarnos del proyecto político, de lo justo que era empuñar un arma contra la dictadura, y se nos pretende imponer una memoria donde uno tenga que arrepentirse de haber luchado por todas las vías contra la dictadura.  Entonces, este libro se enmarca en eso, en reivindicar la rebeldía, y a todos aquellos que empuñaron un arma, que fueron combatientes, ayudistas, colaboradores. Y también da una mirada muy particular sobre la construcción de lo que nosotros llamamos en su tiempo, la tarea militar. Enmarcada en lo que era el gobierno de Unidad Popular, donde no tuvo la capacidad de defender las conquistas políticas y sociales de los mil días de dicho proceso.

Las historias que se narran en este libro, apuntan a cómo se construyó, como se organizaron las primeras acciones. Es un libro que habla en primera persona, no es una novela, es un libro que tiene documentación de la época y que explica un poco esa memoria oculta. La memoria no oficial, que se opone a la victimización, que se pretende poner en un museo, o a esa memoria que se quiere transformar en un evento artístico o meramente cultural. Despojado del contenido político y del proyecto político que encarnó la lucha contra la dictadura.



-Supongo que la gente que te escuchó o que ha leído el libro puede dividirse en dos sectores. Uno, los que son parte de tu generación, pero también me imagino que intentarás llegar a la gente de las nuevas generaciones para tratar de que conozcan lo ocurrido. En este aspecto me parece interesante que nos cuentes cómo es tu aproximación con los más jóvenes. ¿Ves la posibilidad de que entiendan todo el sacrificio que hicieron quienes encararon la lucha por todos los medios hace tantos años. Y también si ves alguna línea de conexión con lo que sucedió recientemente, en 2019, con la revuelta chilena.

El libro rescata la memoria de las generaciones, fundamentalmente jóvenes de los años 80. Tengo que contarles que el lanzamiento fue un día viernes, y el día anterior estuve en un liceo de niños de la capital, sociabilizando el libro antes de ser presentado.  El libro está pensado en ellos y ellas, en las nuevas generaciones. Por eso la memoria no es sólo una memoria estática, sino que tiene un horizonte de lucha. Conversando con los jóvenes, sobre la experiencia del libro, les comentaba que si bien es cierto, que como generación, en los años 80 cuando iniciamos ese aprendizaje de la lucha armada contra la dictadura, la empezamos casi de cero. Desde el aprendizaje. Y en esa  instancia nos apoyamos en los conocimientos de procesos revolucionarios que se estaban dando en Latinoamérica, en la revolución cubana, la revolución sandinista, la guerrilla en Centroamérica. Incluso mirábamos lo que fue la lucha antiimperialista del pueblo vietnamita. Esos eran nuestros referentes. Y le explicaba también a los jóvenes, que esa visión que teníamos, un poco soviética de la revolución rusa, también nos limitaba, porque nos hacía transitar solamente por un solo camino, que era el camino gradual de la llegada al poder. Y nosotros en los años 80 pensábamos no solamente en terminar con la dictadura, sino que había un núcleo que  pensábamos en la revolución, en tomar el poder. Este libro refleja esa experiencia. El libro no es una receta. Sino que son elementos que les pueden servir a los jóvenes de acuerdo a su realidad, poder tener conocimiento de experiencias anteriores a ellos. Porque cada lucha, por muy nueva que parezca, es una lucha que antecede a otra. Viene como consecuencia de la acumulación de la lucha de los pueblos, así como la revuelta social fue la acumulación del descontento durante 30 años de gobierno de la concertación. Si bien es cierto la épica de la “primera línea” fue algo que en los 80 también se vivió. En las poblaciones, en los barrios populares, se vivió esa efervescencia de luchar de frente contra la institucionalidad. Este libro está pensado para ellos, para los jóvenes, para que entienda esta memoria colectiva que tratamos de rescatar, un sector de la izquierda, que es un sector popular, que no baja la guardia, que a veces pareciera que está solo, a contrapelo de lo políticamente correcto. Pero lo políticamente correcto significa bajar las banderas de un proyecto político de emancipación. El libro también apunta a la emancipación de los pueblos, de todos aquellos que de alguna forma piensan en una sociedad justa, colectiva, comunitaria.

¿Cómo viviste este 50 aniversario, donde hubo filtros, y hasta había que empadronarse para marchar. Y esas maniobras y la represión posterior se dan en un gobierno que se dice democrático y que fue elegido mayoritariamente  por la izquierda. Una  marcha oficial con la presencia en primera fila  de Boric con el ex juez represor Baltasar Garzón entre otras cosas. 

Lo cierto es que ha habido una serie de actos y conmemoraciones. La marcha no es lo único que se ha vivido en estos días, sino que también hubo momentos emotivos, de homenajes, recuperación de la memoria histórica. La marcha en sí era la marcha histórica que se hace todos los años. En esta oportunidad fue dividida. Siempre las fuerzas represivas han tratado de que los sectores populares queden al margen de la participación de esta “ omería” que llega hasta  el cementerio general. Esta vez fueron más lejos:  la izquierda institucional con el gobierno de Boric crearon esta idea de convocar a las organizaciones de derechos humanos, a las organizaciones de  las brigadas médicas que surgieron al calor de la revuelta social para que se acreditaran. Para que marcharan con un permiso y que pudieran garantizar la gente que le interesaba al gobierno. Mucha gente de las organizaciones populares, de las brigadas y de derechos humanos se retiró de esta reunión convocada por el ministerio del interior, y marcharon igual. Pero se siguió insistiendo desde la institucionalidad, desde el gobierno, que marchaban solamente los acreditados. La marcha en definitiva se desarrolló en ese ámbito, donde la parte oficial, junto con esta izquierda neoliberal, con una mirada eurocentrista, europea, con referentes como el juez Garzón, que persiguió al pueblo Vasco; con referentes como el Podemos, con la socialdemocracia europea, las ONG, escritores, artistas, que querían una marcha ordenada, una marcha sin pueblo, una marcha con gente solamente afines a sus ideas de administración del modelo neo liberal.  Estaban los sectores populares que, de todas formas, por diferentes caminos llegaron al cementerio general. Se enfrentaron a las fuerzas represivas y lograron romper los cercos que le impusieron y marcharon sin credenciales. Después en la noche vinieron las acciones de homenajes de la población, en los barrios populares, donde la gente se enfrentó en muchos lugares contra la represión, en Villa Francia, en La Hormiga, en diferentes puntos de Santiago. Ese fue el ambiente que se vivió este 11 de septiembre. Un 11 de septiembre que no se puede olvidar de que esta izquierda institucional trató de dividir al pueblo y en definitiva son los administradores del modelo, son los que sacaron la ley Retamal, son los que sacaron la ley anti-toma para perseguir a los pobladores, para perseguir al Walmapu, que luchan por la recuperación de sus tierras. Entonces, hoy día tenemos dos izquierdas: una izquierda con credenciales, y una izquierda que no permite que se le imponga un modelo de participación limitada.

-¿Ves la posibilidad de que la izquierda chilena apunte a un horizonte más revolucionario del que actualmente se vive en Chile o el peso de la enorme traición de Gabriel Boric para quienes lo votaron, aunque es cierto que hay muchos que decidieron no votarlo en primera instancia, porque no le creían,   ya que conocían su pasado como diputado?

-,Para la izquierda chilena revolucionaria, la izquierda que tiene el horizonte de transformaciones profundas, no se ve bien el escenario.  Se ve un escenario de lucha, donde los sectores institucionales siguen intentando coartar a los sectores populares, a los sectores de  pobladores humildes, a los sectores sindicales. Indudablemente que han tenido éxito con este proceso de traicionar la revuelta social, de traicionar la reivindicación de la Asamblea constituyente tratando de imponer un proceso constitucional dirigido, enmarcado dentro del parlamento. La Constituyente fue una de las consignas de este estallido social, así como el “que se vayan todos”, y los que tenían que irse terminaron haciendo un borrador de constitución que fue rechazado. Hoy día hay otro intento de construir un nuevo texto constitucional, el cual va a sancionar este parlamento que es herencia de los treinta años de concertacionisno. Indudablemente que para los  sectores populares no queda otro camino que seguir luchando y alejarse de esta institucionalidad, que lo único que persigue es administrar este modelo y hacer algunos cambios en la medida de lo posible. Que son el fracaso de esta izquierda con mirada europea que apoya la dictadura en el Perú, esta izquierda que va en contra de Venezuela, de Nicaragua, en contra de Cuba. Incluso hay sectores que piensan que Zelenski en Ucrania es un demócrata. Entonces, para nosotros, la izquierda popular, queda reconstruirse. Prepararse para buscar los caminos  con que podamos romper esta arremetida de los sectores conservadores de la izquierda.

 ¿Cuál es tu idea de que está pasando en este continente, con gobiernos que se llaman progresistas y terminan como el de Boric, reprimiendo a los estudiantes o a los mapuche?  

-El continente en realidad está en un periodo de transición. Un continente que se está mirando a sí mismo. Que no está mirando en general lo que está pasando en el mundo. Y en el mundo está el imperialismo, esa política unipolar hoy día está en cuestionamiento. Está surgiendo un mundo multipolar, con los BRICS, con la guerra en Ucrania, con los procesos que se están viviendo en África contra el colonialismo o el neo colonialismo francés. Pero también es un momento donde uno no se puede abrazar o embanderar con cualquier causa. Es un momento de cautela. Desde los pueblos deben acumular fuerzas,  no dejarse embaucar por este progresismo de ONGs, progresismo de corporación, donde los partidos políticos revolucionarios o los movimientos sociales tienden a ser coartados. Entonces, estamos en un momento tremendamente complejo para Latinoamérica. Si bien es cierto que el progresismo está en disputa con los sectores más conservadores  como Bolsonaro o en Argentina con este nuevo engendro que apareció. El movimiento revolucionario está en un segundo plano. El cual debe construir propuestas en su propio terreno, desmarcándose de este pensamiento de administración de los  modelos neo liberales y de transformación en políticas o cambios “en la medida de lo posible” sin afectar de fondo el modelo que está en cuestionamiento en el mundo. El colonialismo o el neo colonialismo económico, político o militar está siendo contestado en África. Y nosotros, en Latinoamérica, vivimos también un neo colonialismo económico de Estados Unidos, dependiente de Europa. Tenemos que buscar nuevos caminos, tenemos que mirar los procesos, no solamente desde lo local sino también lo que está pasando en el mundo, para poder construir respuestas colectivas de los movimientos políticos,  sociales y populares de Latinoamérica.  

Transcripción Ana Schaposnik