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Argentina. Los dilemas de la izquierda ante las elecciones

 

Resumen Latinoamericano, 25 de septiembre de 2023.

La irrupción de Javier Milei introduce tres certezas y una incógnita para la izquierda en el plano electoral. La primera certeza proviene de lo ocurrido en la región. Si Milei llega al balotaje repetirá lo sucedido con Bolsonaro en Brasil, Kast en Chile y Hernández en Colombia. En esas situaciones el grueso de la izquierda latinoamericana convocó a votar contra los derechistas. Por Claudio Katz


Los sectores más radicales adoptaron esa postura, sin ocultar sus cuestionamientos a la tibieza e inconsecuencia de los candidatos finalmente triunfantes. Esa acertada decisión apuntó a frenar las agresiones contra las conquistas democráticas que propicia la ultraderecha. Con plena conciencia de ese peligro (o por mero instinto de supervivencia), la izquierda latinoamericana promovió el sufragio contra los exponentes de la oleada reaccionaria.

Es evidente que la derrota de esos personajes contribuye a neutralizar la venganza conservadora contra el ciclo progresista de la última década. Esa contención limita los atropellos contra los oprimidos y genera escenarios más favorables para batallar por la igualdad, la justicia y la democracia.

Lo ocurrido en Ecuador ofrece un contraejemplo de ese rumbo. Allí prevaleció el llamado al voto nulo en la segunda vuelta entre el progresista Arauz y el derechista Lasso. Esa postura facilitó el triunfo de un millonario que en su breve gestión consumó una degradación mayúscula del país.

Gran parte de la izquierda optó en ese caso por una equivocada equiparación de los dos candidatos, presentándolos como expresiones análogas de una misma dominación burguesa. Desconoció que la frustración de las expectativas populares generada por muchos exponentes del progresismo no se asemeja a la sangrienta represión que propician sus rivales de la derecha.

Una variante más aguda del mismo desacierto se verificó en Perú, cuando un sector de la izquierda convalidó con su voto el operativo fujimorista para derrocar a Castillo. Esa inconducta confirmó las graves consecuencias de perder la brújula.

Estos antecedentes recientes brindan pautas para definir la postura de la izquierda si Milei llega al balotaje. Ningún dirigente político suele anticipar su preferencia frente a esos desenlaces por comprensibles razones de competencia electoral. Pero en la militancia es muy oportuno discutir desde ya el tema, en lugar de improvisar definiciones a último momento.

Esa clarificación es importante porque la principal fuerza de izquierda, el FIT-U, carece de una respuesta homogénea frente a ese dilema. Sus cuatro integrantes adoptaron actitudes muy variadas (y contrapuestas) antes esas situaciones. Seguir los ejemplos de Brasil, Chile o Colombia y evitar los errores cometidos en Ecuador o Perú debería ser la primera certeza del próximo escenario electoral.

Definiciones a la vista                                    

Milei canaliza con mensajes de ultraderecha el hartazgo con el desastre que afronta el país. Fue fabricado por los medios de comunicación y no cuenta con la base ideológico-social de Kast o el sostén evangélico-militar de Bolsonaro. Capturó adhesiones con exabruptos y sus seguidores expresan más enojo que convicciones de alguna índole. El resultado de ese combo es totalmente incierto.

Bullrich lidera la derecha convencional con posturas más agresivas que sus antecesores. Sustituyó la falsas promesa de felicidad que propagaba Macri por una épica del ajuste. El fracaso de Larreta confirmó que la centroderecha tradicional ha perdido gravitación.

Massa es la figura más conservadora de la coalición oficial. Es el artífice del ajuste en curso y arrastra una oscura trayectoria de compromisos con la Embajada de Estados Unidos y con los grupos más concentrados del poder económico local.

Su liderazgo sintoniza con tendencias de la nueva oleada progresista. Evo, Chávez o Cristina han sido mayoritariamente sustituidos por representantes más próximos al establishment. Pero esa significativa modificación no altera el carácter de las coaliciones, que compiten con la restauración conservadora. Con una dirigencia adaptada al statu quo, AMLO, Lula, Petro o Arce continúan encabezando frentes que disputan supremacía contra la derecha.

Massa es un caso muy peculiar porque podría comandar una regresión menemista y reproducir contra el kirchnerismo, la andanada que consumó Lenin Moreno contra el correísmo. Pero mientras integre una coalición con Cristina, Kicillof, De Pedro y Grabois formara parte del desdibujado espectro que confronta electoralmente con los sectores reaccionarios. Por esa razón relegó sus preferencias por Estados Unidos, retomó los proyectos de inversión y financiación con China e impulsó la incorporación de Argentina a los BRICS que Washington objeta frontalmente.

La principal diferencia de Massa con Milei y Bullrich no se localiza en la esfera económica. Los tres promueven diferentes versiones del ajuste y prepararan para el próximo mandato aumentos de tarifas, recortes de salarios y contracciones del gasto social supervisadas por el FMI.

Milei propicia demoler los salarios y expropiar a los sectores medios con la dolarización. Bullrich promueve ese atropello con el bimonetarismo, la reducción de las retenciones y una unificación cambiaria que asemeja al «blindaje» de 2001. Massa alienta la continuidad del deterioro enmascarado y en cuotas que implementa actualmente.

La diferencia entre los tres candidatos se ubica en el plano político-democrático. Bullrich y Milei proclaman sin ningún disimulo que intentarán liquidar los convenios colectivos y las indemnizaciones con un ataque directo al derecho de organización de los movimientos populares.

El asesinato de Molares y el salvajismo exhibido en Jujuy constituye el anticipo de un plan, que incluye indultos a los militares y anulación del aborto. Son amenazas muy creíbles en boca de un desorbitado cavernícola, cuya coequiper elogia a Videla y propone cerrar el Museo de la Memoria. Bullrich es una abanderada del neoliberalismo represivo que pondera los disparos a los ojos de las manifestaciones, exalta el estado de sitio y convoca a ilegalizar a los sindicatos combativos.

La brutalidad consumada en Perú es el modelo de los candidatos derechistas, que pretenden pulverizar al principal movimiento obrero sindicalizado de la región, destruir organizaciones sociales muy activas y quebrantar una fuerza democrática que reintegra nietos y mantiene vivo el repudio a la última dictadura.

Massa no está situado en ese plano. Silenció lo ocurrido en Jujuy, es afín a la mano dura de Berni, tiene gran amistad con los escuálidos de Guaidó, pero forma parte de un frente que no pregona la represión. La topadora en Guernica no se compara, ni remotamente, con la furia de palos, balas y encarcelamientos que preparan Milei y Bullrich.https://www.resumenlatinoamericano.org/2023/09/25/argentina-los-dilemas-de-la-izquierda-ante-las-elecciones/#:~:text=Partiendo%20de%20estas,Fuente%3A%20Jacobino