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Archivan las querellas pero no destierran la tristeza

 


La cosa es breve. Franco se murió en la cama y un ministro de la dictadura que firmó sentencias de muerte, Manuel Fraga, fundó el que sería el principal partido de la derecha. El Partido Popular. Cada vez que la democracia en España iba a donde las élites (que incluía a los militares aunque ganasen sueldos infames), pensaban que era "demasiado lejos", lanzaban un aviso. Mientras que las cosas se aclaraban en los años tras la muerte del dictador, esas élites mataban, daban palizas y torturaban. Hablaban de la España nacional y se paseaban con la bandera roja y amarilla y el aguilucho.

Poco a poco la cosa se fue calmando y la violencia en las calles fue remitiendo. Pero algunos creían que la democracia era puro "libertinaje". Y empezó el ruido de sables, vino la operación Galaxia y luego el más importante proceso de disciplinamiento de la España postdictadura (después de los Pactos de la Moncloa): el golpe de Estado del 23-F de 1981. Que nominalmente fracasó pero que triunfó en todas sus exigencias: freno autonómico, freno de las exhumaciones de las víctimas del franquismo, acuerdo sindicatos-patronal, entrada en la OTAN y, sobre todo, devolvió el miedo a los españoles, que le entregaron al factótum del golpe, Juan Carlos I, la legitimidad democrática que nunca tuvo por haber sido elegido Rey por Franco. La España republicana volvía a ser monárquica.

España se acostó franquista y se levantó democrática. Y pasaron a ser demócratas de toda la vida los jueces franquistas, los comisarios franquistas, los catedráticos franquistas, los militares franquistas, los empresarios franquistas, los obispos franquistas, los periodistas franquistas y, por supuesto, los políticos franquistas.

Por esos débiles mimbres democráticos tuvimos la guerra sucia contra ETA, los asesinatos de Almería, la ejecución de los trabajadores en Vitoria, la muerte en su vejez de millones de abuelos cuyo único sueño era recuperar los cuerpos desaparecidos de sus familiares asesinados por el franquismo (y a los que Felipe González negó su último deseo), y, más tarde, la guerra sucia contra el independentismo catalán, la no renovación del CGPJ, la posibilidad de que un político que veraneaba con un gran narcotraficante de cocaína fuera el Secretario General del PP y la persecución desde los aparatos del Estado de Podemos. Narrado, desde por la mañana, por Ana Rosa Quintana, Susana Griso y demás contertulios.

La excusa para la guerra sucia contra ETA (que implicó torturas, asesinatos de Estado y cierre ilegal de medios de comunicación) y contra el independentismo catalán (donde la policía política del PP, que ellos llamaban "policía patriótica") era que "ponían en riesgo la democracia". ¿Y Podemos? ¿Cuál es la excusa para que el Ministerio del Interior, con sus comisarios corruptos, apoyado por jueces corruptos -como el juez Alba- y medios de comunicación corruptos dispuestos a publicar información falsa -como La Sexta de Ferreras, al igual que OK Diario de Inda, La Razón de Marhuenda o el ABC o el Mundo de cualquiera de sus muchos directores sin escrúpulos- atacaran a una fuerza que acataba la Constitución y quería cambiar las cosas presentándose a las elecciones?

Acabo de ser "desimputado" por el juez Escalonilla, después de un proceso de tres años que me ha regalado portadas, apertura de telediarios, ser tema central en tertulias y centenares de columnas de opinión. El "caso Neurona" siempre fue una farsa. Un trabajador de Podemos, despedido por su mal comportamiento, se desplazó muchos kilómetros para hacer una denuncia justamente en un cuartel de la guardia civil claramente posicionado en contra de la izquierda. ¿Pruebas? Ninguna. ¿Pero quién necesita pruebas cuando tienes a todos los medios de comunicación dispuestos a propagar tus mentiras? Llegó el juicio. El juez Escalonilla le preguntó: ¿tiene pruebas? Y contestó: no, solo eran rumores.

Tras tres años de exposición pública, dirigida a dinamitar mi reputación y la del partido que ayudé a fundar, el juez Escalonilla ha concluido que "no existen indicios de que Juan Carlos Monedero intermediara ni tuviera participación alguna en la contratación llevada a cabo por Unidas Podemos en fecha 27 de febrero de 2019 con la mercantil Neurona Comunidad S.L., ni por tanto con el trabajo de consultoría electoral llevada a efecto en base a dicho contrato por Neurona Consulting SA de CV". Como ocurrió con mis amigos y amigas de Podemos igualmente imputados. Cuando recuerdo la infamia del falso "caso niñera" me duele más que mi propia acusación.

Cuando me imputó el juez le puse a disposición mis correos electrónicos en la comunicación con Neurona que demostraban que la acusación era infundada. La Unidad de Delitos Económicos y Financieros (UDEF), con toda seguridad infiltrada por amigos de Villarejo y otros policías de extrema derecha (o simplemente corruptos), lleva mucho tiempo mintiendo contra la izquierda. Hay que recordar las palabras de José Luis Olivera, quien fue el máximo responsable de la UDEF y que, en el momento de esa conversación, era el director del Centro de Inteligencia contra el Terrorismo y el Crimen Organizado, en una conversación con los periodistas Inda y Ferreras: