Veinte años después de su muerte, Man por fin cerró su eterno círculo
En el museo alzado en su nombre, y veinte años después de su muerte, fue inaugurada ayer la exposición que recuerda la figura de Man de Camelle. La muestra se encuadra en los actos que el Concello de Camariñas llevó a cabo los últimos meses para conmemorar el aniversario de la catástrofe del Prestige y podrá verse en el Museo do Alemán hasta el 31 de enero.
Lleva por título Tralas pegadas de Man y recoge las obras creadas por el colectivo artístico Retoque Retro, integrado por la bióloga Isabel García, el escultor Javier Serantes y la maestra Ana Lema. Además de rendir tributo a la figura de Manfred Gnädinger, el objetivo fundamental de esta exhibición es crear conciencia ambiental, pues todas las piezas han sido creadas con basura recogida en playas de la zona. Que no fue poca, ya que en diferentes incursiones a lo largo de este año los artistas llegaron a recoger 10.000 bastoncillos de algodón o 5.000 tapones de plástico.
El discurso del cambio climático y la contaminación de los océanos está hoy día más que arraigado, pero ya Man, hace más de veinte años, introdujo el cuidado por el medio como una característica transversal a toda su obra artística. Un auténtico «visionario», reflexionaba ayer uno de sus sobrinos, Clemens Gnädinger, que viajó unos días a la Costa da Morte para conmemorar el vigésimo aniversario de la muerte de su tío.
Participó en una limpieza promovida por Mar de Fábula en el entorno de la caseta de Man, en donde el grupo recogió 145 trozos de plástico y envoltorios, 36 botellas, 170 fragmentos de porexpan, 12 latas, 54 trozos de plástico duro, 27 tapones, 14 bastoncillos, 10 palos de bateas, 7 kilos de cabos, 5 mascarillas y 8 portalentillas. «Aunque soy consciente [del problema de la contaminación marina], esta era mi primera limpieza y fue una experiencia muy positiva», contaba ayer por la tarde Clemens, horas después de participar en la inauguración de la exposición en el Museo. «Es muy interesante ver cómo, tantos años después, Man y su trabajo siguen generando interés. Ver como se desarrollan sus ideas. Me parece muy buena idea coger basura y convertirla en arte», reflexiona el alemán, que viajó a la Costa da con su hermano Alexander y junto a otro amigo.
Tras la actuación del coro Brisas do Mar, la alcaldesa camariñá, Sandra Insua, inauguraba la muestra recordando la llegada de Man a Camelle y lo mucho que le afectó la marea negra. «No quiero seguir viviendo después de ver morir todo lo que yo significo», parafraseó Insua, que puso en valor la «pegada» que dejó Manfred en la localidad.
La jornada se completó con una ofrenda floral en la caseta y con una mesa redonda en la que participaron miembros de varias entidades, así como los autores de la exposición.
Más mantenimiento para la caseta, que ahora es su tumba
Clemens, que partirá hoy hacia Santiago para pasar la Nochevieja en casa, estuvo en Camelle hace algo menos de un año, pero 2018 fue la última vez que pudo acudir con su padre, Ewald, hermano de Man. Entonces buena parte de su familia participó en una emotiva ceremonia para trasladar las cenizas del anacoreta a su caseta, que estaba recién restaurada.
Pocos meses después Ewald falleció, pero no por ello Clemens y su familia cortarán lazos con Camelle. Su intención, dice, «es seguir en contacto con el legado» de su tío: la casa-museo a la que él llamaba «su mujer» y las obras a las que consideraba «sus hijos». Sin embargo, Clemens lamentaba ayer que no se esté realizando un mantenimiento más exhaustivo de la pequeña casa de 2x3 que su tío construyó, una casa que, además, ahora es su tumba. Aunque fue restaurada en 2017, asegura que el techo y el suelo de madera ya presentan daños. «Tampoco entiendo que no haya una placa que indique que allí reposan sus restos», añade.