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Pillado, la humildad del héroe



Esta mañana, mi cuerpo, ese compañero fiel, el amigo más seguro y mejor conocido que el propio espíritu, se desveló como un monstruo solapado que acabará por devorar a su amo…”. Esta terrible sentencia aparece en las “Memorias de Adriano” escritas por Marguerite Yourcenar y define con pavorosa claridad los efectos que la edad y la enfermedad causan a nuestro cuerpo, pues es frágil y temporal. El Viejo Milenario coincidía con el emperador Adriano sintiendo que su cuerpo le hablaba en un idioma encriptado donde el dolor era el código secreto, solo descifrable por el sujeto que lo padecía. El anciano trataba de burlar al emisor de tan adverso correo, cuando un tenue pitido le anunció que un mensaje había llegado a su móvil; con suavidad y lentitud abrió el WhatsApp y comprobó que era de su amigo Pepe Liceras que, en un escueto texto, le comunicaba la enfermedad grave de su común y admirado compañero Rafael Pillado. Los recuerdos del Viejo Milenario se agolparon en un desfile de imágenes que en un viaje fantástico le devolvieron a los años de la lucha contra la dictadura franquista que había sumido a España en 40 años de terror. Muchos camaradas, amigos y demócratas habían muerto, los más afortunados eran hoy ancianos y ya eran pocos los dirigentes de partidos clandestinos, sindicatos u organizaciones antifascistas que podían dar testimonio del sacrificio de cientos de hombres y mujeres en pro de los derechos democráticos. Y uno de ellos era y sigue siendo Rafael Pillado, líder obrero, dirigente comunista, luchador por las libertades; su prestigio era incuestionable, su compromiso incondicional y su lealtad absoluta. Sufrió persecución, cárcel y tortura, pero siempre mantuvo la dignidad y la entereza de los militantes comunistas.

El 10 de marzo se van a cumplir cincuenta años de la huelga de los Astilleros de la Bazán en Ferrol, donde los trabajadores se enfrentaron con las fuerzas represivas del régimen que respondió con violencia resultando muertos los trabajadores Amador Rey y Daniel Niebla. A la huelga se unieron los obreros de Astano y fue tal impacto que la dictadura empezó a demostrar su debilidad, fue una gran victoria de la clase obrera que abrió el camino a la democracia. El Viejo Milenario recordó haber escrito algunos artículos dedicados a los acontecimientos del 10 de marzo; en ellos relataba su participación directa en la fuga de varios implicados y en su odisea por las catacumbas de la clandestinidad. Pero un personaje destaca como líder revolucionario y dirigente de la clase obrera ferrolana: Rafael Pillado, que en sus memorias se define como optimista cuando pronostica que el 99% de la población mundial que está padeciendo un sistema de “destrucción masiva” sabrá articular respuesta al 1% que acumula la riqueza del planeta.

Pillado es un hombre de compromiso, fiel a sus convicciones y nunca ha dejado de luchar por los derechos de los más débiles; el Viejo Milenario le acompañó cuando Santiago Carrillo fundó el Partido de los Trabajadores… siempre en la brecha y superviviente de mil batallas. Pero el sistema capitalista mata, destruye el medio ambiente, utiliza procedimientos agresivos y letales en su afán de riqueza; sin importarle sus efectos sobre los demás, y Pillado, como otros cientos de trabajadores, ha sido herido por el amianto, asesino silencioso que fue utilizado masivamente en los astilleros. Rafael se enfrenta a un último reto: denunciar a los responsables del uso continuado de tan peligroso agente; lo hace como uno más, humildemente, con una sonrisa pero con firmeza, aceptando el anunciado final, incorporando un último capítulo a “La dura luz de la memoria” y, como el emperador Adriano, consigue ser uno de los pocos espíritus libres de la humanidad.

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