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"No sólo me cortaron el clítoris, me cortaron toda la vida"


 

"No me cortaron solo el clítoris, me cortaron toda la vida"

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La siguiente historia es la de dos mujeres que han sufrido una experiencia terrible en su vida. Dos mujeres a las que les hicieron algo horrible y salieron de ese episodio con una convicción: la de hacer lo que fuera para que nadie más tenga que pasar por eso. Según Unicef, a 200 millones de niñas y mujeres alrededor del mundo les han practicado la mutilación genital femenina. Especialmente en África, Asia y Oriente Medio.

Sociedad

"No sólo me cortaron el clítoris, me cortaron toda la vida"

Tres emocionantes testimonios sobre la mutilación genital femenina, una lacra que han sufrido 200 millones de mujeres en todo el mundo

https://youtu.be/cD_XpdJdjyU

Madrid

La siguiente historia es la de dos mujeres que han sufrido una experiencia terrible en su vida. Dos mujeres a las que les hicieron algo horrible y salieron de ese episodio con una convicción: la de hacer lo que fuera para que nadie más tenga que pasar por eso. Según Unicef, a 200 millones de niñas y mujeres alrededor del mundo les han practicado la mutilación genital femenina. Especialmente en África, Asia y Oriente Medio.

 
Asha Hayat y Koumba Sylla, dos mujeres que han sufrido mutilación genital femenina

Asha Hayat y Koumba Sylla, dos mujeres que han sufrido mutilación genital femenina

29:13

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La historia de Asha y Koumba

Asha Ismail es de Kenia, de origen somalí y tiene unos 53 años, no lo sabe con certeza. Cuando tenía cinco le practicaron una infibulación: le cortaron el clítoris, los sabios mayores y menores y le cosieron todo. Es el tipo más doloroso de mutilación genital. "No solo me cortaron el clítoris, me cortaron toda la vida", recuerda en Hora 25. Tiene grabada esa mañana en la memoria. La recuerda con muchos nervios, con la emoción que aquí se tiene el Día de Reyes, porque sabía que iba a pasar algo, pero no sabía el qué.

Su madre la envió a comprar dos cuchillas a una tienda cercana y Asha volvió con ellas a casa. Estaban su madre, su abuela y una mujer. Entonces la desvistieron, abrieron sus piernas y la mujer empezó a cortar. "Debió de haber durado muy poco, pero para mí era una eternidad. Nunca se me ha olvidado el sonido de la cuchilla cortándome", dice. "Cada vez que hablo sobre ello vuelvo a ser aquella niña". Al terminar, la cosieron, dejando únicamente un pequeño agujero para sus necesidades.

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Koumba Sylla es de Mali, tiene 31 años. Ella no recuerda cómo se lo hicieron porque apenas tenía dos años. Se lo contó su madre después. "Venían una vez cada año para hacérselo a todas las niñas juntas", recuerda. "Cuenta Koumba que la tradición marca que las mujeres tienen que llegar vírgenes al matrimonio. "Te hacen esto es para disminuir las ganas de tener relaciones sexuales antes".

Pesadillas interminables

La pesadilla de Asha no terminó ese día. Años después fue casada en un matrimonio concertado y en la noche de bodas tuvieron que volver a abrirla para que su marido la penetrara. "Fue una violación, yo lo llamo así", dice hoy. "Recuerdo niñas que se suicidaron la noche de bodas. Las llamaban locas. Entendí su locura cuando me tocó a mí".

Esa noche se quedó embarazada. "Era el embarazo que menos he deseado, no lo quería, si hubiera sabido dónde acudir para deshacerme de ese embarazo lo hubiera hecho. Acepté que iba a ser madre pero quería un niño para que no pasara por lo que pasé yo". Pero fue una niña. Esa niña tiene hoy 32 años. Se llama Hayat Traspas, es la primera mujer de su familia que no ha sufrido la mutilación genital. "Cada vez que escucho su historia siento impotencia, rabia, y siento que no tuviera ella la madre que tengo yo, alguien a quien poder llorar, preguntar y admirar", afirma Hayat.

Asha, que llegó a España hace 20 años, fundó en 2007 la ONG Save a Girl, Save a Generation, con la que trata de concienciar sobre la mutilación genital femenina. "Aquí falta un trabajo bueno para que podamos descubrir si se practica aquí la mutilación genital femenina".