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ESPERANZA Y CAMBIO EN CHILE


 

Apuntes del día: Chile cambia, más temprano que tarde

Buenos días. Les comento algunas noticias que pueden leer hoy en la diaria.

La elección presidencial chilena en segunda vuelta de ayer culminó el proceso sudamericano de cambio político más relevante en lo que va del siglo XXI. El triunfo de Gabriel Boric, con cerca de 56% de los votos, se produjo tras un fuerte retroceso de los dos bloques que gobernaron desde el fin de la dictadura de Augusto Pinochet en 1990, y del inicio de un proceso de reforma constitucional en curso, a cargo de una asamblea en la que predominan grupos independientes o de izquierda.

Todo esto es, en gran medida, la expresión política de un hondo descontento social, que llevó al estallido de protestas iniciado a fines de 2019 (con un antecedente de importancia en las movilizaciones estudiantiles de 2011, de las que surgió, entre otros líderes políticos actuales, Boric) y a un considerable aumento de la participación electoral en el balotaje de ayer, que fue la mayor desde que el voto dejó de ser obligatorio en 2012.

Las razones del descontento no son un misterio. Chile fue presentado durante décadas como excepción y ejemplo en América Latina en términos de crecimiento económico y estabilidad, pero también durante décadas se señaló que la contracara era una marcada desigualdad.

Esta desigualdad, arraigada en la mercantilización de bienes y servicios básicos como la educación, la salud y el sistema previsional, y fomentada por normas constitucionales que privilegian la actividad privada, determinó y profundizó graves carencias, castigó en especial a los sectores más vulnerables de la población y causó un fuerte endeudamiento de los hogares, frustrando las expectativas de movilidad social.

La derecha, al igual que en toda América Latina, intentó atemorizar a la ciudadanía diciendo que Chile podía convertirse en “otra Venezuela”. El resultado de ayer, con más de 11 puntos porcentuales de ventaja para Boric sobre el ultraderechista José Antonio Kast, indica que una clara mayoría no dio crédito a ese relato.

Anoche, el primer discurso del presidente electo prometió un gobierno abierto a la participación popular para “sostener el proceso de cambios”, que resumió como una “ampliación de la democracia” que dé respuestas a “las demandas de justicia y dignidad”. Anunció cambios significativos en el terreno de los derechos, incluyendo los de los pueblos indígenas; un sistema de cuidados que emancipe a las mujeres de la sobrecarga en ese terreno; y el fin de las administradoras privadas de fondos previsionales, que serán reemplazadas por un “sistema público y autónomo sin fines de lucro”.

Con Boric, que tiene 35 años y asumirá el 11 de marzo de 2022, llega una izquierda moderna, que sabe que “los tiempos que vienen no van a ser fáciles”, pero se compromete a “avanzar con responsabilidad en los cambios estructurales, sin dejar a nadie atrás”.

El proceso chileno ha tenido, desde hace más de medio siglo, características que lo diferencian en el marco de la región. Esto impone cautela a la hora de realizar predicciones sobre lo que vendrá, pero no hay duda de que ha comenzado una nueva etapa, con hondas raíces sociales y un aumento de la participación democrática. Sólo cabe saludar los cambios y las nuevas esperanzas.