La Convención para la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra las Mujeres adoptada el 18 de diciembre de 1979 por la Asamblea General de las Naciones Unidas establece en su artículo 6 que los Estados Partes tomarán todas las medidas apropiadas, incluso de carácter legislativo, para suprimir todas aquellas formas de trata de mujeres y explotación de la prostitución de la mujer. Podemos indicar que desde la ONU se redacta una declaración de principios de carácter abolicionista.
La última edición de la revista Atlánticas. Revista Internacional de Estudios Feministas analiza la prostitución como aquella forma de dominación patriarcal de los hombres a las mujeres, un mecanismo que posibilita “el deseo masculino se imponga mediante una transacción económica que forma parte del continuum de devaluación de las mujeres y de negación e invisibilización de su subjetividad (sexual)” como explica Beatriz Ranea (2018) en la presentación de este monográfico. De esta manera, la sociedad y los varones concretamente consideran a las mujeres como objetos y no como sujetos de derecho, donde la prostitución se reformula como un escenario de reconstrucción patriarcal para los hombres, tanto individual como colectivamente.
Un Estado que normaliza la prostitución como “trabajo sexual” deja de actuar en favor de la igualdad de oportunidades de las mujeres en situación de mayor desventaja social porque para éstas aparecerá la prostitución como una alternativa (Gimeno, 2012).
Cuando hablamos de prostitución tenemos que hacer referencia al concepto de interseccionalidad porque las mujeres que ejercen la prostitución son de diferentes nacionalidades y de una clase social baja. Decimos mujeres porque “el 91,31% fueron mujeres, el 5,13% transexuales y el 3,56% hombres” (Ranea, Beatriz, 2018, p. 2) que carecen de derechos y protección sociales. De esta manera, en la prostitución está presente la feminización de la pobreza.
“El término “interseccionalidad” comenzó a popularizarse en los ámbitos académico y jurídico a finales de los años ochenta. Cabe destacar, en ese sentido, un artículo de Kimberlé Crenshaw (1989) en el que analizó críticamente algunas decisiones judiciales que, por razones procesales, se habían negado a tomar en consideración una serie de demandas presentadas desde una perspectiva conjunta de género y de raza.”[1]
La revista se divide en cinco artículos, dos entrevistas, en notas de investigación, tres artículos de temática libre y cuatro reseñas de libros. No atenderemos a todos estos documentos pero intentaremos hacer un breve resumen de los artículos.
El primero de los artículos que se nos presenta es La nueva utilidad de la prostitución en el neoliberalismo de la diputada por el Parlamento de Madrid por Podemos Beatriz Gimeno. Respecto a la reconstrucción y reformulación de la que hablábamos antes, entiende que la prostitución se ha renovado con nuevos significados haciéndonos ver esta práctica como “útil e, incluso, imprescindible” (Gimeno, B. 2018, p. 14). Pues está en el ideario social que los hombres tienen un deseo sexual irrefrenable que, junto con el orden neoliberal, la prostitución “se presenta como una práctica banal ligada al consumo, al ocio, a la moda, a la diversión y a la libertad individual tal como la entiende el neoliberalismo, libertad para comprar y vender sin importar las condiciones estructurales de partida, ni los significados estructurantes de la opresión o la dominación, todo análisis político y/o de género desaparece, que sea un producto que consumen los hombres en el que las mujeres son las consumidas, no parece ser motivo de crítica política excepto para las feministas, y no para todas” (Gimeno, B. 2018, p. 17). Por lo tanto, la prostitución es práctica habitual que se basa en la sexualización y comercialización de las mujeres, uno de los “mecanismos fundamentales de reproducción de la desigualdad sexual” (De Miguel, 2015, 49). Además, a ONU define la prostitución como la esclavitud del siglo XXI.
La prostitución sale reforzada con nuevas formas en las que es capaz de configurarse con el patriarcado y que viene a reforzarse con el capitalismo y el neoliberalismo. Esta configuración sostiene a la prostitución como un espacio privilegiado para mantener el contrato sexual a través de la mercantilización y cosificación de las mujeres. Por lo tanto, la prostitución precisa de desigualdad (de género) para persistir.
El siguiente de los artículos es el correspondiente al de Juana Gallego, profesora de periodismo en la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB), directora del Observatorio para la Igualdad, y codirectora del Máster de Género y Comunicación, que lleva por título “De prostituta a trabajadora sexual: legitimación de la prostitución a través del relato cinematográfico”.
En este artículo nos hace referencia a la educación sexual que recibimos a través de los medios de comunicación, concretamente a través de la industria del cine, que nos muestran una serie de prácticas sexuales que se ajustan a una concepción patriarcal y desigualitaria del sexo y de la sexualidad estigmatizando el papel de la prostituta y definiendo a la mujer privada y a la mujer pública.
“Casi ningún colectivo relacionado con la prostitución tiene entre sus objetivos la reglamentación (incluso Hetaira, la asociación que más se ha destacado en la defensa de las prostitutas ha matizado en ocasiones que no reclama la regularización sino la normalización de la prostitución mediante los derechos colectivos), empezando porque se encuentran con la oposición de la mayoría de las prostitutas, que no parece que estén por la labor de inscribirse como tales en un epígrafe específico que se creara ad hoc.” (Gallego, J. 2018, p. 36).
Gallego (2018) nos clasifica los tipos de prostitutas en víctimas de las circunstancias, siendo aquellas que no escogen “libremente” ejercer esta actividad; la prostituta liberada como aquella sí decide “libremente” de utilizar su cuerpo como quieran; la prostituta libre frente a la esclava.
“[…] no contemplar que la libertad está siempre condicionada por las situaciones previas que nos han precedido y por todo el entramado sociocultural en el que nos desarrollamos es creer que la libertad es absoluta, cuando sabemos que la libertad siempre es relativa. Por otra parte, aunque la libertad individual es un bien precioso que hay que salvaguardar, no es menos cierto que esta libertad individual puede chocar a veces con valores éticos colectivamente defendidos.” (Gallego, J. 2018, p. 51).
El tercer artículo es “Imaginarios sociales de la prostitución y la trata sexual: transferencias en la invisibilidad” de Silvia Pérez Freire, doctora en Sociología, consultora científica y de proyectos sociales para universidades, administraciones públicas y tercer sector. Coordinó los programas de personas en situación de prostitución de la Asociación feminista Alecrín. Es cofundadora de la Red Gallega contra la Trata Sexual.
En muchas ocasiones disociamos términos como prostitución y trata como aspectos ajenos entre sí, sin embargo, la prostitución, “la explotación sexual y la trata sexual son tres contextos que confluyen y se manifiestan en el sistema prostitucional como si de un círculo vicioso se tratase y, aunque podamos discernir distinciones jurídicas entre ellos, lo cierto es que social e individualmente se encuentran concatenados, simultaneados y en total sincronía (Pérez Freire, S. 2018, p. 64).
El lenguaje varía para ofrecer significados que nos ayuden (o no) a comprender la verdadera dimensión de los diversos aspectos de la sociedad. En el caso de la prostitución, seguimos utilizando este concepto pero aquellas personas que investigan sociológicamente esta actividad comienzan a darle otra visión utilizando la expresión de industria sexual para identificar que se lleva a cabo en términos de mercado. Con la globalización, el tráfico de mujeres se convierte en el tercer negocio internacional de las mafias, junto con el tráfico de armas y de drogas en un contexto de “liberalización de la circulación de capitales y mercancías, reducción de la soberanía de los estados frente a organismos como el FMI, BM, UE; así como la reducción de las políticas sociales de los estados por medio de la eliminación o privatización de prestaciones anteriormente públicas, y con ello, la reducción del bienestar de la ciudadanía” (Ranea, 2012, 1572). De esta manera, se acentúa la diferencia entre países del Norte y del Sur.
El cuarto de los artículos es “Disonancias entre discurso y realidad empírica de la prostitución” de Carmen Delgado, catedrática de Psicometría de la Universidad Pontificia de Salamanca (España). Exdirectora del postgrado “Intervención multidisciplinar en violencia de género” en la Facultad de Psicología y del postgrado “Género y comunicación” en la Facultad de Comunicación.
Carmen nos comenta un aspecto muy significativo contrario a la historia y teoría feminista que conocemos y es que “la irrupción del orden neoliberal ha alterado no sólo las condiciones materiales de las mujeres y de las mayorías empobrecidas del planeta, sino que ha penetrado en algunos sectores del pensamiento feminista, permeabilizando sus categorías de análisis” (Delgado, C. 2018, p. 87). ¿De dónde salen esas voces que hablan de la prostitución como de si un trabajo se tratase? ¿De dónde salen esas voces que normalizan y legitiman el trabajo sexual? ¿Trabajo o empleo? Ningún empleo supone unos riesgos físicos y psicológicos tan extremos como los que se viven en la prostitución.
“El informe publicado por el propio Ministerio de Seguridad y Justicia de Holanda (Ministerie van Justitie in Veiligheid, 2015) a partir del trabajo de campo realizado en 2006, afirma que las condiciones de vida de las mujeres en prostitución son menos saludables que las del resto de holandeses. Lo que sí gana en salud, por el contrario, es la economía del país que con la prostitución legal ingresa 2.500 millones de euros, lo que supone el 0,4% del PIB. Más salud para la economía, menos para las mujeres. Y la misma situación se reporta en Alemania, con estudios como el realizado en 2004 por Schröttle (Kraus, 2016) en el que el 92% de las mujeres prostituidas sufre acoso sexual, casi el 90% violencia física y psicológica, y el 59% violencia sexual.” (Delgado, C. 2018, p. 92)
Las diferentes posturas que existen en torno a la prostitución son, por un lado, la abolicionista y, por otro lado, la pro-prostitución o regulacionista, las cuales divergen en ciertos aspectos clave. Mientras para la primera la violencia y la explotación tienen un mayor peso, para la segunda es representada en el liberalismo económico, en la libertad de mercado.
El último de los artículos es de Péter Szil y nos añade un término más al análisis, la pornografía.
“El razonamiento que considera que trata y prostitución son partes de un continuo parte de que la prostitución nace de la demanda masculina de tener a su disposición un contingente de personas (primordialmente mujeres, minoritariamente hombres) sobre quienes poder ejercer dominación sexualizada, y que la trata de mujeres con fines de explotación sexual tiene la función de engrosar ese contingente cuando la oferta local ya no es suficiente para satisfacer la demanda que, en su turno, se ha devenido en motor de una industria globalizada del sexo, al mismo tiempo que está continuamente incentivada por esa misma industria.” (Szil, P. 2018, p. 114)
La sociedad ve la prostitución como el trabajo más antiguo del mundo pero como dice este autor “es una forma ancestral de violencia patriarcal” (p. 114). Y la prostitución viene precedida por la pornografía, es ésta la que se encarga de que aquellas prácticas sexuales sean entendidas de un modo patriarcal y violento. En una relación sentimental las relaciones sexuales, se supone, han de ser negociadas mientras que en la prostitución un hombre paga por aquello que quiere, aquella fantasía, más o menos violenta, a la que no podría acceder de otra forma reproduciendo una forma de sexualidad basada en la violencia sexual que se ve reflejada en la prostitución. Por lo tanto, la pornografía constituye el primer elemento de la cosificación de las mujeres.
“El lobby pro-prostitución ejerce de aparato de propaganda, que, como en todas las guerras modernas, se encarga de rematar la invasión de la que hablan Bruckner y Finkielkraut. Al estilo de la “neolengua” orwelliana descrita en el libro 1984 ("Guerra es Paz, Libertad es Esclavitud, Ignorancia es Fuerza") las personas en la prostitución son convertidas en trabajadoras sexuales, la sumisión en reivindicación de la propia sexualidad, la subordinación en empoderamiento, ser víctima ya no es un estado o situación causada por circunstancias u otras personas sino una actitud, o incluso una identidad de la persona dañada, y, en general, la prostitución ya no es un asunto de género y de desigualdad sino de sexo, y el “sexo” es intocable.” (Szil, P. 2018, p. 133).
Para poder entender la prostitución hay que hablar con las mujeres que la ejercen, las que están a favor y en contra de la misma, pero también hay que tener en cuenta las circunstancias socio-económicas y el contexto en el que se desarrolla esta actividad. Así las cosas, Beatriz Ranea entrevistó para este monográfico a Amelia Tiganus. Amelia (Rumania, 1984) es una activista feminista y defensora de los derechos humanos de las mujeres, fue explotada sexualmente durante cinco años en el Estado español. De esta entrevista queremos destacar las siguientes palabras:
“Para poder entender lo que es la prostitución, siempre hablo de sistema prostitucional del que forma parte el Estado en primer lugar que bajo el manto de alegalidad garantiza que siempre haya un lugar donde la masculinidad hegemónica esté a salvo. Eso supone una ayuda del Estado: de las leyes, los jueces, la policía, los partidos políticos, la indiferencia social... Para poner a disposición de los hombres mujeres desechables y explotables. Además, hay que hablar de los cinco millones de euros al día, según el propio Ministerio del Interior, que mueven la prostitución y la trata, que están incluidos en el cálculo del PIB del Estado español a partir del 2014. Esto significa que se van a preocupar muy poco de invertir dinero para conseguir la igualdad cuando la desigualdad estructural es lo que beneficia al Estado a nivel económico.
[…]La misma prostitución ya es un acto de discriminación de todas las mujeres porque pone a disposición de los hombres lugares de ocio y disfrute donde las mujeres somos meros hoyos.”
Así las cosas, en Atlánticas han dado voz a una exprostituta para conocer su experiencia vital. Y también han entrevistado a Kathleen Barry profesora emérita de Sociología en la Penn State University (Estados Unidos) para comprender el contexto en el que se desarrolla la prostitución.
En definitiva, entendemos la prostitución como una forma de desigualdad y de violencia de género, una violencia extrema que “vulnera el derecho de las mujeres a la soberanía de sus cuerpos” (Cobo, 2017, 14), a través de la mercantilización de los mismos en la que se configura la industria del sexo para que los hombres tengan el derecho de satisfacer sus necesidades sexuales por una cantidad variable de dinero, lo que constituye un proceso de deshumanización ya que las mujeres no son sujetos sino objetos (de consumo). Este proceso tiene un marcado carácter interseccional pues afecta a las mujeres más vulnerables de la sociedad, es decir, entra en juego la clase social y la etnia, entre otros aspectos, dentro del fenómeno denominado la feminización de la pobreza.
Bibliografía
- Revista Atlánticas http://revistas.udc.es/index.php/ATL/issue/view/135
- Cobo, R (2017). La prostitución en el corazón del capitalismo. Ediciones Catarata.
- De Miguel, A. (2015). Neoliberalismo sexual. Ediciones Cátedra.
- Gimeno, B (2012). ¿Es la prostitución un problema moral?
- Ranea Triviño, B. (2012). La demanda en disputa. La construcción social de la masculinidad heterosexual y la prostitución femenina. In Isabel Vázquez Bermúdez (Coord.); Consuelo Flecha García...[et al.](Com. cient.) Investigación y género, inseparables en el presente y en el futuro: IV Congreso Universitario Nacional Investigación y Género,[libro de actas]. Facultad de Ciencias del Trabajo de la Universidad de Sevilla, 21 y 22 de junio de 2012.(pp. 1569-1586). Sevilla: Unidad para la Igualdad, Universidad de Sevilla. Universidad de Sevilla.
[1] Personas con discapacidad y discriminación múltiple en España: situación y propuestas (2017) Observatorio Estatal de la Discapacidad http://observatoriodeladiscapacidad.info/documentos/documentos-oed/102-personas-con-discapacidad-y-discriminacion-multiple-en-espana-situacion-y-propuestas.html (Consultado el 15/05/2018).