La extrema derecha tuvo excelentes resultados en las elecciones del domingo pasado. Los partidos del establishment, todos con liderazgos débiles, perdieron centralidad.
Los peores fantasmas recorren Alemania: el deterioro de las condiciones de vida, el aumento de los precios, la desocupación que asoma, el cierre de fábricas, la caída de la producción industrial y, como si faltara algo, la constatación de que la extrema derecha de Alternativa para Alemania ha llegado para quedarse.
¿Qué pasa con la locomotora de Europa? En la primera semana de septiembre, Destatis, el órgano federal estadístico alemán, informó que la producción industrial de julio cayó el 2,4% casi un 10% menos que el mejor nivel pospandemia alcanzado en febrero 2023. En lo que va de 2024, la producción industrial ha bajado un 5%, con especial declive en el área automotriz y material eléctrico.
La tasa de desempleo es muy baja -3,4%– pero la clase trabajadora ha entrado en pánico luego de que esta semana, la emblemática empresa Volkswagen anunciara que, por primera vez en sus 87 años de historia, va a cerrar varias plantas en el país. Su director ejecutivo, Oliver Blume, advirtió: “Alemania, como ubicación de negocios, está quedándose más atrás en términos de competitividad” y la asesora laboral de la compañía avisó que no va a cumplir con el acuerdo firmado con el sindicato sobre conservar todos los puestos laborales hasta 2029. “Estamos revisando los acuerdos salariales colectivos y los programas de seguridad laboral”, dijo. Los sindicatos alemanes se pusieron en alerta roja.
Los excelentes resultados de la extrema derecha en las elecciones del domingo pasado, en dos estados del este alemán (ex República Democrática de Alemania), Turingia y Sajonia, fueron también una señal de sobresalto. Los extremistas de Alternativa para Alemania (AfD) salieron primeros con un 33% en Turingia y segundos con 31% en Sajonia. Los partidos del establishment, todos con liderazgos débiles, perdieron centralidad. Los verdes, la izquierda tradicional Die Linke y la social democracia (SPD) prácticamente desaparecieron. La democracia cristiana (CDU) quedó segunda en Turingia (23,6%) y primera en Sajonia (32%) y, para sorpresa de todos, en tercer lugar (con 15,8 y 11,8 %), surgió un nuevo partido de izquierda, Bloque Sahra Wagenknecht (BSW) que, como se ve, lleva el nombre de su fundadora.
¿Cómo se explican estos resultados?
“El proceso de crisis económica y política viene desde hace años y está directamente relacionada con la adopción hegemónica del neoliberalismo en Alemania y en Europa”, aseguró el argentino residente en Berlín, Ezequiel Bistoletti, profesor de relaciones internacionales en Alemania y conductor del canal “Demoliendo mitos de la política”.
“Las consecuencias del neoliberalismo se venían viendo: aumento de la desigualdad, deterioro notable de las condiciones de vida, vaciamiento de la democracia, descreimiento en la política y en los políticos, la percepción de que la salida de la crisis es el hiperindividualismo, pero se aceleraron con la guerra en Ucrania. Y las nuevas extremas derechas supieron capitalizar todo este proceso de descontento generalizado”.
En la vida cotidiana, esta crisis se siente. “Te voy a dar un ejemplo que tal vez a nosotros, los argentinos, no nos sorprenda, pero a los alemanes sí”, admitió Bistoletti. “Un litro de leche común antes de la guerra costaba 50 centavos de euro, ahora sale 1,10. En dos años, el precio de los alimentos aumentó un 100% y los salarios, apenas un 10%. Esto todavía no lo reflejan las estadísticas, pero es así. La guerra generó una recesión mucho más acuciante que antes y el aumento masivo de los precios, además de una preocupante desindustrialización: Volkswagen va a cerrar varias plantas y la principal acerera alemana, Thyssenkrupp, anunció que está en una situación muy delicada”.
¿Y si gana Donald Trump?
Aunque de una manera muy diferente, también las elites económicas y políticas alemanas están nerviosas ante un futuro lleno de incertidumbres. “Las clases dominantes alemanas y las de la Europa alineada con Estados Unidos están en estado de desesperación por la situación militar en Ucrania y la inevitable victoria rusa, pero, sobre todo, por el posible triunfo de Donald Trump, un político que ellas ven como imprevisible.”
Bistoletti, que vive en Alemania desde hace varios años, explicó de qué manera esa desesperación se tradujo en una tremenda censura en los medios y en la academia. “Cualquier discurso que no esté alineado con Estados Unidos y a favor de Ucrania es inmediatamente cancelado. Incluso no se toleran las marchas por la paz. Simplemente por tener una bandera de Palestina y marchar ya la policía te reprime.”
Salvo la extrema derecha de AfD y la nueva alianza de izquierda BSW, el resto de los partidos alemanes son belicistas, a pesar de que claramente la ruptura de Berlín con Moscú a causa de la guerra en Ucrania perjudicó fuertemente a los alemanes. “En nombre de la subordinación a Washington, el actual canciller Olaf Scholz ignoró los ataques a los gasoductos Nordstream I y II que despachaban la mitad del gas que utiliza Alemania y por esa causa hay crisis energética y desindustrialización, entre otros males”, subrayó.
El Partido Verde, otrora pacifista, ahora defiende la beligerancia. “Se lo llama verde oliva”, ironizó el entrevistado y explicó que, por ese mismo motivo, la alianza BSW dio el batacazo el domingo pasado con un muy buen resultado en las elecciones regionales.
“El rechazo a la guerra fue una consigna determinante en estas últimas elecciones. Los partidos que respondieron más fuertemente a ese punto y se mostraron favorables a ponerle un fin -la extrema derecha (AfD) y BSW- fueron los que aumentaron significativamente el porcentaje de votos recibidos. BSW viene de la izquierda convencional también rota por el conflicto entre Rusia y la OTAN. Sahra Wagenknecht se separó de Die Linke y creó una coalición con una agenda de izquierda, pero antibelicista. Ella generó una alternativa para quienes no quieren la guerra, pero tampoco quieren votar a la extrema derecha.” Sahra Wagenknecht nació en 1969 en la República Democrática de Alemania. Es licenciada en Literatura, doctora en Ciencias Económicas y publicitas. Es diputada desde 2009.
Por el sistema parlamentario de Alemania, los gobernadores de Turingia y Sajonia nacerán del voto de la mayoría legislativa. En ese sentido, se abre muy buenas perspectivas para BSW. Es muy difícil que los futuros jefes estaduales vayan a ser elegidos entre los dirigentes de la extrema derecha. Todos los partidos que obtuvieron escaños en las elecciones del domingo pasado se comprometieron a no votar a AfD, por lo que el buen porcentaje obtenido por la nueva izquierda, va a resultar imprescindible para armar gobierno.
Fuente: El Destape.